Sin duda, todo un símbolo de las maderas finas de la Amazonía. Para los expertos, este árbol es tan valioso en el mundo de la botánica, como puede ser el oso pana en el reino animal. Las caobas llegan a medir unos 35 a 40 m de altura y alcanzar 2 m de diámetro. Sus copas emergentes se destacan entre el resto de especies del bosques; poseen un fuste cilíndrico y recto con raíces tablares tipo aletas de hasta 1.5 m de alto. Su corteza externa es agrietada, y de color marrón claro a rojizo, con piezas de ritidoma que se desprende en forma de placas alargadas.
La caoba se distribuye desde México, en Centroamérica, hasta Bolivia, en la región Amazónica, mayormente debajo de los 1,200 msnm. Se le observa en zonas con pluviosidad elevada y constante ,y no tolera las sequías prolongadas. Crece bien en suelos ligeros, francos a arenosos, de buena fertilidad, bien drenados y con pedregosidad baja a media.
Florece durante la estación seca, entre agosto y octubre y fructifica mayormente hacia fines de año. En algunos países de Sudamérica, como Venezuela, la especie es decidua (pierde las hojas) durante parte del año. Se sabe que las caobas empiezan a florecer entre los 12 y 15 años. Sus flores son visitadas por abejas pequeñas y mariposas, pero aún no está claro si estos insectos son legítimos polinizadores. El cruzamiento externo es aparentemente muy importante para la fecundación en esta especie. Las semillas son dispersadas por el viento a distancias medias de 30 m y máximas de hasta 100 m.
La madera de la caoba es famosa por su excelente calidad y, en general, se le considera la mejor madera amazónica. Posee una densidad media, grano recto, textura media y color rosado a rojizo. Tiene una muy alta durabilidad y trabajabilidad, por lo que se le aprecia para carpintería y ebanistería finas.
La plaga más seria de la caoba es el Lepidóptero barrenador Hypsipyla grandella que ataca los brotes tiernos, frutos y semillas de las plantas jóvenes. Esta plaga provoca los mayores daños a nivel de vivero y en las plantas tiernas perforando los brotes terminales y malogrando la forma de los fustes. Su presencia es tan persistente que ha limitado el establecimiento de plantaciones forestales puras a lo largo de los trópicos, por lo que se recomienda efectuar las plantaciones en fajas, mixtas o en condiciones de bosques naturales.
En Brasil y Ecuador se han efectuado ensayos de diseños agroforestales estableciendo plantas de caoba en sistemas mixtos con otras especies de árboles y cultivos agrícolas. Estos ensayos evidencian que el crecimiento del árbol es rápido y asegura un fuste bien conformado antes que la plaga de Hypsipyla se pueda establecer.
Debido al increíble precio que alcanza esta madera, el comercio ilegal de la caoba se ha convertido en un tema trascendental en muchos países. Luego de que la tala ilegal se limitara significativamente en Brasil el Perú ha pasado a convertirse en el primer productor de caoba del mundo.
En 2005, las estadísticas oficiales mostraron que el Perú exportó 45,000 metros cúbicos de caoba hacia puertos en los Estados Unidos –casi veinte veces lo exportado en 1992. De acuerdo a estimados de World Wildlife Fund, esta cifra equivale a un total de 50,000 árboles talados. Los ambientalistas –e incluso algunas autoridades gubernamentales– aseguran que cerca del 90% de esa madera es de procedencia ilegal.
Gracias a su exquisito color y sus extraordinarias cualidades de trabajabilidad y durabilidad, la caoba ha sido comercializada alrededor del mundo por casi 500 años. Esta larga historia de demanda creciente ha hecho que las poblaciones naturales de la especie en Centroamérica hayan prácticamente desaparecido. El lugar fue ocupado rápidamente por la especie amazónica, también llamada caoba de hoja grande (Swietenia macrophylla). Su valor es tal, que un solo árbol, una vez convertido en producto, puede llegar a valer hasta 100,000 dólares.
Piezas de colección elaboradas con Madera de caoba adornan las páginas de los catálogos de las compañías más exclusivas de Norteamérica: un escritorio de US$ 9,241 construido por Kittenger Company, una empresa de 137 años de antigüedad con sede en Buffalo; un mueble de US$ 13,515 de Henkel Harris; guitarras acústicas de US$ 3,700 o los decís de residencias en los suburbios.
Hoy, la caoba solo se extrae de bosques certificados y se trabaja en aserraderos de alta tecnología. Sin embargo, la cadena de corrupción que se desprende de su alto valor comercial está lejos de haber desaparecido.